Por: Manolo Rodríguez
Setenta años llenos de grandeza, de logros, de satisfacciones y de vergüenzas. Puebla el equipo de la “vieja guardia” que vive de aquellas fotografías de antaño.
Han pasado más de 24 desde la conquista de la última Liga, cambios de dueños, de patrocinios y jugadores han marcado la presente historia de la Franja.
Desde la playera naranja, pasando por la amarilla y hasta roja, Puebla ha carecido de identidad. La recién campaña se caracterizó por algo en especial, ningún jugador nacido en el estado pertenecía al primer equipo, así es, somos casi seis millones de poblanos y ninguno con el potencial suficiente para representar en la máxima categoría al club de sus amores.
Es triste saber, que el último representante camotero que salió de la cantera, es el tlaxcalteca Rodrigo Salinas. Reitero, ¿Dónde queda la famosa identidad?
La identidad, es un tema difícil de hablar, más cuando a falta de títulos se toma a un jugador para convertirlo en ídolo. Pero este nuevo héroe, en muchas veces es vendido a otro club dejando una herida muy fuerte a la afición, el último caso pertenece al español Luis García, quien tras dos partidos se convirtió en capitán y hasta técnico del club, así como lee, el ariete desde campo ordenaba quien entraba y salía del campo.
A veces los técnicos no tienen calidad, son mercenarios o no han sabido a aprovecharlos, como el erudito sudamericano, Juan Carlos Osorio, quien la está rompiendo en grande con Altético Nacional de Colombia, club que logró hacerlo “campeonísimo” en tres años.
La guillotina blanquiazul ha degollado las cabezas de grandes técnicos con enorme cartel, desde Manolo Lapuente, Tomás Boy, Mario Carrillo, Víctor Manuel Vucetich, Raúl Cárdenas, Alfredo Tena, Miguel Mejía Barón, etc. Entrenadores llenos de títulos, que desgraciamente en Puebla vivieron sus peores momentos.
Pocas, pero han existido satisfacciones a lo largo de la historia camotera, desde disputar trofeos con equipos internaciones, como el Barcelona y Altético de Madrid, Puebla ha sido un equipo de tradición en la Liga MX, un club que ha sido protagonista de grandes rivalidad, como América y Veracruz, este último, con un toque de odio regional.
Durante los años ochenta y parte de los noventa, el estadio Cuauhtémoc era una dura aduana donde los equipos venían a sufrir, hoy, el coloso de la Colonia Maravilla se convirtió en un cheque al portador donde la victoria poblana es algo esporádico que pasa cada cierto tiempo.
Hoy, no hay mucho que presumir, pero sí que trabajar. Puebla celebrará sus 70 años inmerso en una sebera crisis porcentual, problemas extracancha, adeudos de pagos y un futuro incierto, esto en lugar de ponernos a festejar nos hace reflexionar de lo mucho que se ha dejado de hacer.
No queda más que soplar las velas y pedir una alegría, aquella que se ha negado gracias al mundo donde prevalece el dinero y la corrupción, dejando a un lado la pasión para consolar la impotencia y las derrotas.
Desde este espacio, celebramos los setenta años de un club que llegó a ser el número uno de México y Norteamérica. Gracias Puebla, porque ser mi primer amor, mi tesoro más grande, mi mayor ilusión, sólo tú y yo sabemos lo que es sufrir, llorar y querer a estos colores, ¡Señores yo soy poblano!
